miércoles, 20 de enero de 2016

El día que probé la comida inglesa

Ya venía advertida. No era algo que me pillara de nuevas. Sin embargo, no pensaba que fuera a ser para tanto. Yo en particular soy bastante especialita con la comida basura y precocinada, y no me atrae nada. Soy incapaz de comer kebab, y hace años que no tomo una hamburguesa del McDonals porque la carne me da un poco de asco. Básicamente, me gusta saber qué estoy comiendo, así soy de repelente. Además, a la hora de cocinar, hacía todo al horno o a la plancha, sin una gota de aceite, cosa que a mi hermana le espantaba.

Cuando llegué aquí no tenía ni sartenes, ni platos, ni cubiertos en el piso, por lo que los primeros días comía por ahí. Y cuando fui a Londres, más de lo mismo, ya que comíamos todos los días en la calle para no pasar por casa. No sé si es por la forma de cocinar, por lo industrial que es todo, porque usan mantequilla o un aceite diferente, o porque yo tenía estómago de aristócrata y no estaba acostumbrada a eso, pero me pasé las dos primeras semanas mala de la tripa. En particular el día después de comer fish&chips. Letizia me insistió, porque "era algo muy londoner que tenía que hacer en Londres", pero ella se pidió otra cosa. No pude acabar el plato, y cuando dejé de comer y vi cómo lo hacían desde mi mesa, por poco me da algo. El rebozado es como una pasta, meten ahí el pescado y lo sacan, como si bañaran un donut en chocolate. Y de ahí, directo a la freidora. Después de aquello no pude comer en todo el día siguiente y sólo el olor a comida me provocaba náuseas.

Mirad qué feliz estaba antes de empezar

Poco a poco creo que me he ido acostumbrando, aunque la comida inglesa no es algo extraordinario. He probado muchas cosas típicas de aquí y de momento sigo viva. En una de las comidas de la Fresher's Week probamos los scottish eggs, que son huevos cocidos empanados y con una especie de carne por dentro que se sirve frío. Sin comentarios. Otro día nos pusieron bagels, que no son sólo de aquí, pero nunca los había probado. Son como unos dónuts de pan, de diferentes sabores, y los puedes rellenar de dulce o salado.





En Leeds probamos las pies en un restaurante llamado Pieminister. Las pies son tartas rellenas de prácticamente cualquier cosa con una salsa que echas por encima. Son pequeñas pero muy densas, y estaban bien, aunque no es el plato que más me ha impresionado del mundo. Aquí en Nottingham probamos las jacket potatoes, que son patatas asadas rellenas de cualquier cosa: chili con carne, maíz, atún, mantequilla de ajo, baked beans... Y de nuevo, bueno, pues comestible, pero sin más. Nos quedan por probar muchísmas cosas, como el English breakfast (el típico desayuno de aquí con huevos, salchichas... y baked beans, que no me hacen mucha gracia), la roast dinner, que es un asado de pavo o pollo con verduras y gravy (salsa que se hace con los jugos de la cocción de carne y verduras). El gravy ya lo hemos probado, en la versión granulada dentro de un chupito de Bailey's: no, no es típico, eran unas novatadas que os contaré el día que salga de fiesta inglesa.





Démosle al César lo que es del César: aquí la especialidad y lo que hay que probar son los tés y los dulces. Los tea cakes me encantan, son una base de galleta con nube por dentro recubiertos de chocolate. Los shortbreads ni os cuento, a Diana en Sheffield le acabé un paquete entero. Son unas pastas de mantequilla, y a veces tienen caramelo o chocolate por encima. ¡A mi abuelo le encantaron cuando se las llevé! Con lo golosa que soy y lo baratos que son los dulces aquí (y lo cara que es la fruta y la verdura), ¡menos mal que voy al gimnasio!




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