Cambié allí el dinero con mi padre, para ir más segura, y corrí a pasar el control 15 minutos antes de que abriera la puerta de embarque de mi vuelo. Y por la ley de Murphy, me tocó la puerta H4: la última de toda la terminal, la que está en la esquina, con otro control de policía de por medio. Corrí por todo el aeropuerto con mi abrigo de esquiar puesto, la bufanda, la maleta, el bolso gigante, mi gorro, y se me caía todo. Como llegué justísima, esperar, no esperé nada. Me tuvieron que esperar a mí porque llevaba la documentación en una bolsa monísima pero que le estaba un poco justa, así que me costó bastante sacarla... Así que si no queréis que os odie todo el avión, ¡siempre a mano!
Ya relajada, me senté a esperar tomando un té y enganchándome a todo WiFi que pillara para avisar de que había llegado bien. Me pareció muy curioso que a la gente, cuando hablaba, apenas se la oía. Las únicas voces que se oían, hablaban en español. Por lo demás, todo muy silencioso. En la cola del autobús conocí a un chico que también venía a Nottingham y que había venido en mi vuelo (de hecho, me vio colándome para facturar). Así que el viaje, unas 3h, se me hizo bastante corto. Después cogí un taxi, que no fue muy caro, de la estación a mi futura nueva casa. Son como los típicos de Londres pero en color verde botella, ¡monísimos! En la residencia, que ya os hablaré de ella, tuve un problemilla con el check-in pero lo solucionaron pronto, así que me subí a mi nueva habitación, deshice mis maletas y me fui a explorar.
Por cierto, ¿que cómo llevé las maletas al final? Bien, me las llevaron. En el aeropuerto, con el carrito; luego me ayudó el chico del bus hasta la parada de taxis; me las subió y bajó del taxi el taxista; y en la resi, un chico de mantenimiento me las subió a la habitación. Así que, ¡sin problemas!
El el avión hice un par de fotos del amanecer, que fue precioso, pero caí rendida, ya que apenas había dormido rematando las maletas y despertarse a esas horas no es propio de una señorita. Me desperté justo para ver el aterrizaje, y seguía sin creérmelo. Aunque aún a día de hoy, sigo sin creérmelo. El control de la frontera fue facilísimo y rapidísimo, Heatrhow es un aeropuerto precioso y muy cómodo, donde todo funciona genial. Hasta las maletas llegaron antes que yo al punto de recogida.
Para ir a Nottingham, cogí un autobús de National Express que salía del propio aeropuerto, pero de otra terminal. Vi que se podía llegar en metro, una parada, y cuando voy a sacar el billete... ¡¡£ 4,80!! Obviamente no iba a pagar eso, así que me acerqué al mostrador de la compañía para ver de qué manera podía llegar y me cambiaron la parada por la que estaba justo en frente, en la misma T5. Otra cosa que aprendí, para la próxima, es que
Para ir a Nottingham, cogí un autobús de National Express que salía del propio aeropuerto, pero de otra terminal. Vi que se podía llegar en metro, una parada, y cuando voy a sacar el billete... ¡¡£ 4,80!! Obviamente no iba a pagar eso, así que me acerqué al mostrador de la compañía para ver de qué manera podía llegar y me cambiaron la parada por la que estaba justo en frente, en la misma T5. Otra cosa que aprendí, para la próxima, es que
en todos los aeropuertos hay lanzaderas gratuitas entre terminales, así que no hay que pagar para moverse entre ellas.
(para que no os pase lo que casi a mí)
Ya relajada, me senté a esperar tomando un té y enganchándome a todo WiFi que pillara para avisar de que había llegado bien. Me pareció muy curioso que a la gente, cuando hablaba, apenas se la oía. Las únicas voces que se oían, hablaban en español. Por lo demás, todo muy silencioso. En la cola del autobús conocí a un chico que también venía a Nottingham y que había venido en mi vuelo (de hecho, me vio colándome para facturar). Así que el viaje, unas 3h, se me hizo bastante corto. Después cogí un taxi, que no fue muy caro, de la estación a mi futura nueva casa. Son como los típicos de Londres pero en color verde botella, ¡monísimos! En la residencia, que ya os hablaré de ella, tuve un problemilla con el check-in pero lo solucionaron pronto, así que me subí a mi nueva habitación, deshice mis maletas y me fui a explorar.
Por cierto, ¿que cómo llevé las maletas al final? Bien, me las llevaron. En el aeropuerto, con el carrito; luego me ayudó el chico del bus hasta la parada de taxis; me las subió y bajó del taxi el taxista; y en la resi, un chico de mantenimiento me las subió a la habitación. Así que, ¡sin problemas!
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