Tras el súper regalo que recibí por mi 20 cumpleaños, empecé a pensar y ahorrar para el regalo de cumpleaños de mi hermana, ¡tenía que estar a la altura! El mayor sueño de Ana siempre ha sido ir a Hogwarts, y lo más lejos que podía llevarla del mundo muggle era.. ¡a los estudios de Harry Potter en Londres! Cogí dos entradas de regalo, que valen para el día que sea en un año desde la compra, y así ya tenía excusa para hacerme una visita. Os aviso, parece todo muy sencillo pero pedir cita es un horror y me fundió el saldo del móvil.
Después de un infierno para cuadrar las fechas, cogió los billetes de avión como una semana y media antes, así que vino casi de sorpresa. Iba a llegar a las 4, y apareció aquí a las doce, ¡menos mal! Hice algo de cenar, y compré cosas inglesas que sabía que le iban a encantar: pan de ajo, queso Cheddar, galletas Lotus... Y tras ponernos un rato al día, nos metimos en la cama.
Lo primero que hicimos al día siguiente fue vestirnos cada una con la ropa de la otra. Es instintivo ya. Luego fuimos a por un English breakfast en el Gooseberry Bush, un pub que hay al lado de la uni. ¿Os acordáis de lo mal que lo pasaba con la comida inglesa? Bueno, pues no sé que pasa ahora, si me he acostumbrado o qué, pero hay cosas que me están empezando a gustar. Compartimos un tradicional con huevo frito, baked beans (judías pintas), bacon, salchichas, hash browns (patatas trituradas rebozadas), tomate asado y pan con mantequilla. Sí, eso se supone que es para una sola persona. Y para desayunar, ahí, de buena mañana. Ana quería relax, así que de toma de contacto le enseñé sólo los sitios más típicos de Nottingham y nos dedicamos a ir a muchos pubs a probar cervezas caseras y comer una jacket potato (otra guarrada de aquí).
Fuimos al castillo, a la mítica estatua de Robin Hood (que es de aquí), a Je Olde Trip To Jerusalem, que es el pub más antiguo de Inglaterra, nos tomamos unas cervezas locales en The Canalhouse (uno de mis sitios favoritos de aquí, un pub súper inglés que da al canal y tiene incluso un trozo de canal con puente y barco incluido dentro)... El jueves nos despertamos tardísimo y no fue tan turístico, le enseñé el centro de Nottingham, el Lace Market, Hockley y mis tiendas favoritas. Nos encontramos un mercadillo en Old Market Square, donde nos pusimos ciegas a cosas de probar, intentamos resolver un par de juegos de ingenio que eran imposibles, y nos regalaron una piedra dorada de la suerte que aún sigo teniendo por aquí. Ana se volvió moderna y se compró un anillo en una de las tiendas más alternativas que hay en Inglaterra, Ice Nine. Mandamos muchas postales y por la noche quedamos con Adri y Carlota. Ana hizo tortilla de patata para todos, ¡cómo la echaba de menos!
Y por fin el viernes, a las 4 de la mañana, cogimos el autobús rumbo a Londres para ir a los estudios de Harry Potter. Tardamos la vida en llegar porque estaba lejísimos, nos equivocamos de tren y montamos un jaleo enorme con la OysterCard, pero llegamos (de milagro). Mientras guardaba la cola Ana se emocionó tanto que se compró una audioguía: tengo que contaros que se leyó todos los libros antes de venir para estar cien por cien preparada. Los siete y los Cuentos de Beedle el Bardo (ese libro que Dumbledore regala a Hermione, que también lo tenemos).
Y nada más entrar, nos emocionamos con todo. La escobas, el mapa del merodeador (que es mi cosa favorita de Harry Potter), la snitch dorada, el Callejón Diagon... La maqueta que hay de Hogwarts al final es impresionante, y aunque sin carta en lechuza, conseguí que Anita se pudiera meter en el expreso de Hogwarts. Ah, y como podréis comprobar, ¡me enamoré del invento de la GoPro!
Espero que Nottingham haya cumplido tus expectativas, que hayas comprobado que tu hermana no es tan desastre cuando está sola y que el final haya sido todo lo mágico que esperabas. En Londres ya nos separamos y ella se quedó unos días con Tita, mientras yo me preparaba para mi próximo viaje.
Desde el momento en el que supe que mi mejor amiga se iba a ir a unos cuantos kilómetros de distancia para estudiar, sabía que iba a ir a verla. Así que Nottingham se convirtió en uno de los muchos destinos de mi 2016.
Así pues, entre las dos buscamos las mejores fechas y sin dudarlo cogí los vuelos. ¡El dos de marzo daría comienzo mi aventura! Lo malo de viajar a Nottingham es que además de coger un avión a Londres tienes que buscarte la vida para llegar hasta el pueblo, y en mi caso eso me trajo muchos dolores de cabeza; ¿Bus o tren? Tras una gran deliberación ganó el tren. Ahora ¿cuál de ellos? Era la primera vez que viajaba sola, y la verdad que estaba muerta de miedo. Sobre todo tenía miedo de perderme y no ser capaz de coger bien los trenes y acabar en el otro lado del mundo. Pero bueno, mi Cris supo tranquilizarme y un par de días antes de irme, ya tenía todo organizado.
El miércoles 2 de marzo a las 12.25 estaba saliendo de Madrid rumbo a Londres. El vuelo resultó ser de lo más entretenido gracias a los compañeros de viaje que me tocaron: un rumano híper gay con el logo de Louis Vuitton tatuado en el brazo y una española bisexual cuya madre había decidido dejarlo todo e irse a vivir a Cambridge (lo más normal del mundo vaya). Una vez en Londres, la que había sido mi mayor preocupación acabó siendo una tontería; el tren estaba súper bien comunicado y la gente fue encantadora, así que tres horitas más tarde por fin tuve el reencuentro con mi niña, después de estar casi dos meses sin vernos!
Y ¿qué se hace en Nottingham después de un viaje pesadísimo? ¡Irse de fiesta por supuesto! Y no una fiesta normal no, una fiesta de disfraces. ¡Y a nosotras nos tocó ir de hippies! Así que, llegué, dejé las maletas, cenamos, nos cambiamos, nos emborrachamos y nos fuimos. Ahí fue donde conocí a los amigos de Cris y donde me di cuenta del daño que había hecho Harry Potter.Nunca había visto una cantidad tan grande de tíos buenorros en un mismo sitio, y encima ingleses. ¿Conclusión? Una de las mejores noches que he tenido jajaja.
Tras una noche curiosa en la discoteca Ocean, el primer día en Nottingham empezó con un desayuno típico inglés (en mi caso fue un logro enorme, teniendo en cuenta lo especialita que soy con la comida). Después, como buena guiri y anfitriona, nos recorrimos un montón de sitios preciosos y nos hicimos todas las fotos que pudimos. Un día cargadito que no podía acabar de otra manera, ¡yéndonos de fiesta, obviamente! En esta ocasión bebimos mientras jugamos a un juego bastante curioso: equipos de chicas contra chicos, con un vaso de plástico dado la vuelta y mucho alcohol. Las conclusiones os las dejo a vosotros. Además, esa fue una noche bastante particular - sólo digo que el alcohol es una buena opción para perder la vergüenza hablando inglés, aunque lo hables fatal como yo.
Y por fin, el último día cumplimos uno de los muchos planes que tenemos pendientes: JUNTAS EN LONDRES.
Como no podía ser de otra manera en nosotras, el bus que cogimos a las 4 de la mañana se estropeó en mitad de la nada, nevando y con un frío que pela. El desayuno idílico que teníamos pensado en Camden, lo tuvimos en una gasolinera, eso sí, una gasolinera ,con mucho encanto. Y en lugar de un relajado paseo por una zona pequeña de Londres, nos recorrimos todo el centro de la ciudad acompañadas de mi fiel maleta naranja. Vamos, que el día no salió redondo.
Bueno, después de toda esta historia, quiero deciros cuáles son los consejos que han de seguirse cuando vas a visitar a tu amiga de Erasmus. Lo primero, hazte amigos en el avión porque el viaje será mucho más ameno y divertido, y además te invitan a comer. Lo segundo, nunca sabes lo que te puede pasar estando de fiesta; igual te disfrazan como acabas robando chupitos súper glamurosos a unos maduritos londinenses. Es importante llevar zapatos cómodos porque vais a andar muchísimo, y luego duelen los pies un montón. . Evidentemente, olvidaos de que los planes salgan tal cual los pensáis porque eso nunca sale, siempre son mejores. Pero lo más importante es, no dudéis en iros a ver a vuestra mejor amiga al país en el que esté, porque si tenéis la suerte de tener una amiga como la que tengo yo, un viaje de 3 días puede convertirse en uno de los mejores de vuestra vida.
Conclusión: Yo también sobreviví cuando me fui a visitar a mi amiga de Erasmus. Gracias por todo Cristina, te quiero.
"Erasmus is not one year in your life but your life in one year"
("El Erasmus no es un año en tu vida, si no tu vida en un año"). El genio de esta frase merece una oda. Esta genialidad se encuentra pintada en una de las paredes del mítico 'Erasmus Corner'en Lisboa. Esa pared blanca en el corazón del Bairro Alto lisboeta que más tránsito de jóvenes tiene en toda la ciudad de Lisboa, me atrevería a decir.
“Bom día, o qué precisa?”, “Hi, how are you?” “Excuse-moi”, “gracie per tuto”… Esto es Lisboa. Una ciudad multicultural, llena de vida, de color y, cómo no, también de calles empinadas de pendiente 15. Es la ciudad de la cerveza a 0.50 céntimos. De la rivalidad entre ‘Sagres Vs Super Bock’ y por supuesto la de ‘Benfica Vs Sporting’. Es una ciudad Erasmus por excelencia, y cuando digo ‘Erasmus’ ya sabemos que incluye diversión y mucha, mucha fiesta. Sí, también líos burocráticos. El maldito ‘learning agreement ‘ y el rollo de las convalidaciones, pero luego todo eso, merece la pena. Ah!! y estudiar y asistir a clase también entran en el saco, aunque siempre tiene su ventaja tener el apellido ‘Erasmus’…
Al principio sientes cierto descontrol porque todo lo que te rodea es nuevo. Las caras son nuevas, tu habitación es nueva, el idioma es nuevo… ¿Qué dominas? Prácticamente nada. Pero te consuelas pensando que todas las personas Erasmus que han llegado como tú, se encuentran exactamente en la misma situación de desconcierto. Eso pronto se acaba, llegas a la universidad y escuchas un acento familiar… ¡cómo no, español! Y cuidado con lo que dices por la calle, que si hablas medio despacio y a voces (como solemos hacer los españoles) van a entender casi todo. Esto es Portugal, al fin y al cabo somos como primos hermanos. Además de conocer Erasmus de tu mismo país (que sientes ese afecto y lazo común por ser paisano), vas entablando amistad día tras día con gente de todas partes del mundo. Desde Dubai hasta Turkía. Vas descubriendo infinidad de cosas interesantes de sus culturas y abriendo tu mente en muchos aspectos de la vida.
He de decir, que Lisboa no estaba si quiera en uno de los destinos Erasmus que solicité. Pero será cosa del destino el que aquí me encuentre. Y ahora digo que no lo cambiaría por ningún otro, al contrario LO RECOMIENDO 100%, en mayúsculas, negrita y subrayado. El destino Erasmus en Portugal está muy infravalorado, sobre todo para las personas españolas, por el mero hecho de pertenecer literalmente en la misma península. Pero hay que vivir aquí para borrar esa manera de pensar, porque es completamente diferente a España. Este es mi séptimo mes aquí en Lisboa. La impresión de 7 meses la dejo en una sensación de 2. Sí, no me acostumbro a pensar que desde primeros de septiembre cuando llegué ya hayan pasado tan tan rápido. Lo peor es que cada vez va a más. A velocidad de vértigo.
No quiero preocuparme en pensar que me queda poco. Voy a preocuparme en aprovecharlo. En absorber todo cuanto pueda. Conocer y compartirlo. Y dejar claro, que no todo lo que hay que saber se encuentra en los libros. Hay que salir a descubrirlo. Y el Erasmus es la mejor oportunidad para eso.
Sin duda alguna, voy a tener ‘saudades’ de esta increíble ciudad y su gente.
Inglaterra no es precisamente el país más barato para viajar. Sin embargo, con truquitos como la coachcard, la posibilidad de moverse se hace un poco más real. ¿Pero cuando quieres ir un poco más lejos? En el viaje a Liverpool nos planteamos la posibilidad de hacer couchsurfing. Ahora ya es algo muy popular y lo conoce todo el mundo, pero no te preocupes mamá, que yo te lo explico. Se trata de una página web que pone en contacto a viajeros con gente local para que les aloje en sus casas. Parecido a AirBnB, pero gratis. La diferencia es que aquí no te aseguras una cama en una habitación privada y desayuno por la mañana: couch significa literalmente sofá, así que te ofrecen desde un techo y un suelo para poner tu saco, hasta una cama entera, pasando por sofás y sofás-cama. Es decir, lo que haya.
Cuando Debora y yo estuvimos valorando esta posibilidad, me hizo en voz alta la pregunta que todos nos hemos planteado la primera vez que nos cuentan esto: "y ellos, ¿qué ganan a cambio?". En ese momento no supe qué contestar. Se trata de una experiencia cultural, basada en conocer gente de los contextos más variados posibles. Hay gente que les ofrece una cena de su país, práctica y ayuda con su idioma, historias increíbles de sus viajes o conversaciones profundas y filosóficas. Nada que nosotras pudiéramos dar. Así que le contesté con un "Debora, hay gente que hace cosas de manera desinteresada. Tienes que tener fe en la humanidad." Y no la tuvo (al principio).
Utilizamos mi perfil de Couchsurfing, ya que lo tenía abierto desde hace tiempo. Mi amiga Sara se conoce todas y cada una de estas páginas y yo la escucho en todo (y me meto en todo también). ¡Ya os haré un post con lo que me ha enseñado! Lo actualicé y empezamos a mandar mensajes. Aquí, y con más razón aún, sí que hay que ser mucho más cuidadoso con lo que mandas, ya que ahora sí que te meten en su casa sin nada a cambio, y es muy importante elegir a quién metes (o con quién te vas). Couchsurfing trabaja con un sistema de referencias muy fiable, así que nos restringimos a aquellos con referencias de otra gente a la que habían acogido. Teníamos hostales en la recámara, por si acaso, pero conseguimos varias respuestas positivas y elegimos a nuestro anfitrión.
Aquí hago un inciso para contar nuestra situación. A mí se me había roto el teléfono hacía una semana, pero Debora tenía el suyo y teníamos el teléfono del host. Ya dentro del autobús, Debora descubrió que se le había agotado el saldo y los megas, y no podíamos llamar ni conectarnos a internet. No teníamos ningún contacto con nuestro couchsurfer cuando llegáramos, y él no tenía ningún contacto nuestro. Tuvimos que pedir el teléfono a los chicos de atrás para meternos en la web y mandarme por ahí el teléfono de Debora. Se lo mandamos y le pedimos que nos escribiera por whatsapp. Respiramos aliviadas, hasta que nos dimos cuenta de que Debora usaba su número italiano en Whatsapp. Otra vez, sin ningún contacto, sin saber qué hacer... Nos lo tomamos a risa, aunque el agobio estaba presente. Finalmente, cuando llegamos, nos conectamos al primer WiFi que pillamos, y tras mil disculpas a nuestro pobre host, le dimos bien todos los contactos. Quedamos en que nos llamaría, y nos fuimos a explorar.
Un par de horas más tarde quedamos con él... y apareció en coche. Debora dijo: "No vamos a subir, ¿verdad?", pero con lo que nos había costado, le dije: "de perdidos al río". Y allí que fuimos. Y menos mal: nos llevó a las catedrales, que están bastante lejos y no sé si habríamos llegado de otra manera. Y como había vivido allí toda su vida, nos contó muchísimas anécdotas y cosas que ya os contaré cuando os hable más a fondo de Liverpool. Poder contar con un guía así, que estaba tan unido a su ciudad y transmitía tanto amor por ella, fue sin duda lo mejor de todo el viaje. Después de cenar nos llevó a dar una vuelta rápida por la zona de fiesta, por si queríamos salir, que supiéramos por dónde y estuviéramos seguras en todo momento. Y entonces llegó el momento de la verdad y nos llevó a donde íbamos a pasar la noche.
Su urbanización estaba a una media hora andando del centro, y estaba construida en unos antiguos astilleros navales. El piso estaba bastante chulo y teníamos una habitación con cama de matrimonio para nosotras solas. Nos ofreció de todo lo que tenía (comida, cerveza, jabón y champú...), nos enseñó como usar todos los electrodomésticos, nos dio teléfonos de taxis y horarios de autobús y nos dejó una copia de las llaves porque él se iba a trabajar (era médico de urgencias). A nosotras nos vino genial, porque podíamos estar tranquilas. Por causas de la vida y un cansancio impresionante (habíamos salido la noche anterior y cogimos el bus exageradamente temprano) no salimos, pero vimos la peli de Thelma y Louise, que éramos nosotras, con palomitas y unas Carling.
Al día siguiente nos despertamos temprano para aprovechar, y nos duchamos antes de que nuestro host llegara de trabajar. Desayunamos con él mientras nos contábamos nuestras noches y nos hacía el recorrido de ese día, marcando todos los lugares imprescindibles que debíamos visitar. Nos acercó al centro y se fue a dormir mientras nosotras descubríamos Liverpool. Volvimos a quedar con él poco antes de coger el autobús de vuelta para despedirnos, y después de darle mil gracias, volvimos a casa. A la vuelta, Debora, que no se fiaba nada, le llamaba "nuestro ángel". Le preguntó que por qué hacía eso, y creo que la respuesta no le convenció del todo, pero esto es otra perspectiva. Nos dijo que a él le encantaba conocer gente nueva, y que cada vez que enseñaba la ciudad a gente nueva, el tenía la posibilidad de verla con otros ojos, y que siempre descubría detalles que no había visto antes.
Lo que más me impactó a mí fue la confianza que se genera, porque nosotras nos tuvimos que fiar muchísimo al irnos con él; pero el también se tuvo que fiar muchísimo de nosotras, dejándonos solas en su casa con todas sus cosas. De esa confianza también se generaba muchísimo respeto mutuo y aunque es una forma rara de interactuar con la gente, la verdad es que me alegro mucho de haberlo vivido y que la primera vez fuera tan bien. Considero que ésta es una de esas experiencias que, o te salen bien la primera vez, o se te quitan las ganas de volver a repetirlo.
Y de hecho, volví a repetir con Carlota en Cambridge, y así aprovechábamos la noche universitaria. Esta vez fue Carlota la que encontró al anfitrión, un biólogo científico italiano que trabajaba en la investigación contra el cáncer. Había hecho su Erasmus en España, así que aprovechó para practicar su español. Vivía con otro compañero suyo italiano, y nos invitaron a cenar, a copas, y luego a salir de fiesta con sus amigos. Luego dormimos en un colchón hinchable en el salón. Era la primera vez que recibían gente, y la verdad que se lo curraron un montón. A Carlota también le encantó viajar así, y yo os aseguro que voy a repetir todo lo que pueda. Y Debora recuperó su fe en la humanidad.