lunes, 30 de noviembre de 2015

El día que viajé a Sheffield

Como os conté en El día de Halloween en Inglaterra, pasé el último fin de semana de Octubre en Sheffield, visitando a Diana. Fui el sábado por la mañana en autobús (National Express), tardé como una hora y media (cuarenta minutos en tren), ¡estamos al lado! Cuando nos dieron los destinos nos pusimos contentísimas, porque aunque cada una fuera a vivir su experiencia por su cuenta, podíamos tenernos la una con la otra para cualquier cosa, y así no es exactamente como irte totalmente sola.

Nada más llegar me recibió con un café (ya que seguía con la purpurina de supernena en la cara) y fuimos a su casa a dejar mis cosas. Diana vive en una de las residencias vinculadas con su universidad (University of Sheffield), llamado Endcliff Village. Es un lugar precioso, en medio del campo, y encima tiene la suerte de vivir en una casa enorme y preciosa con otros nueve estudiantes. Y aunque suene como una auténtica locura, mantienen su casa muchísimo mejor que nosotros, que somos la mitad. Son todo estudiantes Erasmus de un montón de países de Europa, majísimos, muy amables, educados y atentos; vital para que aquello no sea un caos.

Después de desayunar, bajamos al centro de la ciudad. Sheffield es una de las ciudades más grandes de Inglaterra, lo que significa que está llena de cosas que hacer (¡además de ser una de las más baratas también!). Lo único malo es que todo está un poco separado, pero como me encanta andar, no le pongo pegas. De camino me enseñó su uni, que es preciosa, y tiene la mejor Student's Union del país, por lo que os podéis imaginar como es la vida universitaria allí. Después llegamos a Peace Gardens (en honor a Ale), pleno centro de la ciudad, y como veis, son preciosos.











Después fuimos a los Winter Gardens, que están muy cerca y es una zona muy agradable para tomarte un café. Al lado están los teatros, y de ahí pasamos al Moor Market, un lugar 100% recomendable para comer: es increíblemente barato y la comida es internacional, pero de verdad. Estuvimos un rato de tiendas por la zona y luego volvimos al centro, a la zona más comercial.






 Di siempre dice que Sheffield es muy blanca. Sus edificios y aceras son muy claritos, por lo que tiene una luz y un ambiente muy especial. Visitando un par de tiendas y haciéndonos con los últimos detalles para los disfraces de Halloween, llegamos a la catedral. No es imponente, pero con la luz del atardecer estaba muy bonita. Y de ahí, Diana, que me conoce muy bien, me llevó a Thrift Shop, una tienda de segunda mano gigante con todo tipo de cosas. Para rematar el día, me enseñó también un poquito del arte callejero de Sheffield.








El domingo nos despertamos vergonzosamente tarde, por lo que sólo nos dio tiempo a visitar los Botanical Gardens antes de que se hiciera de noche. Pillamos un atardecer súper bonito, y esos jardines son maravillosos. Cenamos en The Cavendish, un pub que está genial en West Street (la zona de bares y pubs), y nos quedamos hasta cerrarlo (a las 10 de la noche).







Y para despedirnos bien, el lunes fuimos a Peak District, un parque natural muy cercano que merece muchísimo la pena. Es precioso. Una pena no haber ido antes y que no estuviera tan pelado, pero aún así lo disfruté muchísimo. Fuimos sin tener ni idea y conocimos a un señor que se sabía la zona como la palma de su mano, así que sin quererlo tuvimos a uno de los mejores guías que nos pudo tocar. ¡Además de un tiempazo!













 




Y por la tarde me volví a mi querido Nottingham, llegando al autobús corriendo y de milagro, como siempre. Y ahora acabo de caer en que no os he contado nada de mi ciudad, así que ya os hacéis una idea de por dónde van los tiros para el próximo post. ¡Guárdame sitio Di, que tengo que repetir antes de que te vayas!

viernes, 27 de noviembre de 2015

El día que visitamos Leeds

(primera de todas las ciudades de Inglaterra que me quiero recorrer)


Era fin de semana, no había ningún plan a la vista y había una oferta en National Express: así es como creo que todo el mundo acaba visitando Leeds. Se trata de una ciudad al norte de Inglaterra, en West Yorkshire, y es un importante foco comercial. Con esto quiero decir que es como un centro comercial gigante y precioso (y a mí me encanta).

Cómo no, teníamos que tener historieta del viaje. Cogimos el primer billete de la mañana y el de vuelta a las 7 de la tarde, para pasar el día entero. Mi intención era ir hasta las 3 o 4 de la mañana para poder salir por allí de fiesta, y menos mal que no. A la ida perdimos el bus porque nos perdimos llegando a la estación y tuvimos que cambiar los billetes por teléfono, porque a esas horas inhumanas no había nadie en el puesto de la estación. Y hablar por teléfono en inglés da mucho miedo. Pero pudimos coger el siguiente autobús sin problemas.

Paramos en Sheffield, donde el bus recogió a Diana y sus amigos, y nada más llegar, comenzamos a explorar. Nos hizo un tiempo malísimo, con lluvia y frío, perfecto para turisteo. Aunque finalmente salió el sol. No es una ciudad muy muy turística, pero a mí me pareció preciosa. Todo tiendas, sí, ¿y qué?
















Anduvimos bastante, con lo que a las cinco de la tarde ya estábamos muertos. ¡Y no teníamos autobús hasta las 7! Después de idear mil planes simplemente se lo explicamos al conductor y nos dejó subir al de las 5:15 sin problemas. Y lo mejor, es que me llevé a Diana hasta Nottingham, a pasar lo que quedaba de finde, ¡que ya os contaré dentro de poco!

domingo, 15 de noviembre de 2015

El día que recibí mi caja

Momento clave en la vida de todo Erasmus español es aquel en el que te llega la caja de tu madre llena de jamón serrano, queso manchego, embutido, y todas esas cosas que no te das cuenta de lo que te gustan hasta que las echas de menos. En mi caso, como cosa especial pedí lentejas, porque aquí no he encontrado por ningún lado y tenía muchísimo antojo (y eso que no es uno de mis platos favoritos). Cuando, emocionadísima, se las enseñé a mi compañera de piso, se indignó, diciendo que también tenían aquí. Y me sacó un bote con una especie de láminas redonditas de color rosa, pero rosa rosa, y completamente planas. A eso no le puedo considerar lenteja, lo siento. Lo mejor de todo es que no sé hacer lentejas y siempre me quedan fatal, pero por intentarlo que no quede.



También venía con postales y una carta de mi madre que me hizo llorar como una magdalena. Después de estar mucho tiempo fuera, necesitamos un trocito de casa que nos reconforte y nos dé fuerzas para seguir echando de menos con más ganas. Y más durante esta experiencia, en resulta muy necesaria una inyección de tus raíces que te recuerde de dónde vienes y te ponga los pies en la tierra. Con lo que más comparamos el Erasmus los que estamos de Erasmus es con una nube, un paréntesis, donde cuesta darse cuenta a veces de que todo es pasajero. Y esa dosis de realidad llega muy mal a través de Internet la pantalla.

Siempre es más efectivo algo físico, tan simple como un abrazo de alguien que no tenga nada que ver con esto (suerte que tengo de tener a alguien a quien quiero tanto a sólo 40 minutos en tren), una fotografía, una carta, algo que ver, sentir y a lo que aferrarte cuando casa empieza a doler un poquito. Así que ya sabéis, mandadme muchas cartas y muchas postales (una indirecta muy directa hacia mis fellows, que están todos de Erasmus y tengo que ampliar mi colección).

Porque aquí estoy muy bien, pero echo muchas cosas de menos. Y eso me hace darme cuenta de todo lo que tengo, ya sea en activo o en standby. Tengo muchísima suerte con mi familia, mis amigos, con las mejores mejores amigas que existen, con mi casa, mi ciudad, mi país y mis costumbres, las experiencias que tengo la oportunidad de vivir, lo que estoy aprendiendo y la gente tan maravillosa con la que me estoy encontrando. Le decía a Andrea cuando se fue a Alemania que echar de menos es uno de los sentimientos más bonitos del mundo, porque te recuerda que tienes tanto, tanta gente a la que quieres, y un lugar al que volver. Que tengo mucha suerte de venir de donde vengo y de estar aquí ahora mismo, y de poder volver con vosotros y echar de menos Inglaterra dentro de poco.

lunes, 9 de noviembre de 2015

El día que me pateé Londres (III)

(y ya por fin acabo!)


Voy a comprimir al máximo mis dos últimos días allí. El lunes acompañé a Leti a su trabajo, en London Blackfriars. Es una zona muy ejecutiva de Londres, en el distrito de London City (la parte financiera). Su trabajo estaba a la orilla del Támesis. Me pareció muy curioso que muchos ejecutivos iban en bicicleta al trabajo, y allí tienen duchas para asearse nada más llegar. Después me fui a explorar más la ciudad, y fue un auténtico lujo poder disfrutar de Londres de buena mañana, ya que las zonas más turísticas no están tan concurridas.


Mi primera parada fue Hay's Galleries, cruzando el río, unas galerías con muchísimo encanto para tomarse un café o un desayuno por la mañana. De ahí pasé por delante del Tate Modern Art Gallery, y como había empezado a llover y era gratis, entré por curiosidad. La verdad es que no entiendo absolutamente nada de arte, pero me gustó bastante. Aunque no entendía la mitad de las obras, muchas son muy curiosas. Lo que más merece la pena son las vistas que hay desde unos balcones en la segunda planta, a los que se puede acceder libremente, y desde la cafetería del último piso.

hay's Galleries
Hay's Galleries

Tate Modern
Tate Modern


Tate Modern
Tate Modern

Tate Modern
El selfie era parte de la obra, me encanta el arte moderno

Tate Modern
Segunda planta del Tate Modern

Bajando por esa misma orilla del río, pasé por Borough Market, un lugar imprescindible si te gusta el turismo gastronómico. A mí la comida que hacen aquí como que no me va, sea de donde sea, por lo que tampoco me dio mucha pena que muchos puestos estuvieran cerrados al ser tan temprano. No pude evitar pasarme por el puesto de comida española: aquí lo que viene de España es carísimo y una delicatessen, las versiones de nuestros productos que se compran en el supermercado son italianas. Y una se siente un poco más patriota.

Borough Market

Y siguiendo por el mismo camino, busqué el Southbank Book Market, que está debajo justo del Puente de Waterloo (y también me paseé un rato por esa zona). La verdad es que me esperaba más del que parecía el mercadillo de libros de segunda mano más famoso de Londres, pero eso sí, tiene libros infinitos. Era de trastear mucho y yo ya tuve mi ración más que de sobra en Camden. Es difícil de encontrar pero la verdad es que mola, y Southbank merece la pena verlo.

Southbank
Southbank


Southbank Book Market
Southbank Book Market


Cruzando el puente llegué a Somerset House, donde se hacen muchísimos eventos culturales y de arte. Dentro de poco empezaba la Fashion Week de Londres y ahí hacen algunas cosillas, así que tenía bastante curiosidad. Y de ahí, bajando por Cheapside (una zona que me encantó) llegué al Leadenhall Market. Al haber cruzado el puente, volvía a estar en el distrito financiero, que es una de las partes que más me gustó de la ciudad. Como era hora de comer, en Leadenhall (que es precioso) estaban todos los ejecutivos comiendo, o en cualquiera de los cien mil restaurantes de comida rápida que había, ya que las prisas y los agobios están en todas partes. Me hizo mucha gracia que todas las mujeres iban súper arregladas y con deportivas, para descansar de los tacones en su media hora libre.¡Y muchas bicicletas! Paseando por allí, entre tanta tienda de ropa carísima y joyerías por doquier, encontré un edificio que me impactó mucho y no pude resistirme a entrar: el Royal Exchange. No es más que un centro comercial de lujo (mucho lujo), pero a mí me encantan los centros comerciales y los mercados, como podréis haber visto ya, y me enamoré.

Somerset House
Somerset House

Somerset House

Cheapside
Cheapside

Cheapside

Cheapside

Cheapside


Leadenhall Market
Leadenhall Market

Leadenhall Market

Royal Exchange
Royal Exchange

Otra de las paradas obligatorias de Londres es el British Museum. Ya de por sí el edificio por dentro es impresionante. Y la zona donde está, Holborn, es encantadora, muy clásica. Como ya habréis notado no hay ninguna parte de Central London que no me haya gustado muchísimo (soy muy impresionable). Después fui a recoger a Leti y fuimos a St Paul's Cathedral, donde vimos uno de los atardeceres más bonitos que he visto en mi vida.

British Museum
British Museum

St Paul's Cathedral
St Paul's Cathedral

St Paul's Cathedral

St Paul's Cathedral

St Paul's Cathedral




London Sunset

El último día, poco me quedaba por ver ya, pero tenía pendiente aún ver el Big Ben y Westminster Abbey de día. De ahí fui a Hyde Park más por curiosidad que otra cosa, y tampoco me dijo nada extraordinario. Me pasé en Harrods un par de horas, impresionada por todo y con muchísimas ganas de probarme alguno de los vestidos o zapatos, pero no me atreví. Pendiente para la próxima. Y siguiendo con las tiendas, me fui a Bond Street. ¡Tenía que ver Victoria Secret para pasarle una foto a mis ángeles! 

Y por último acabé en lo que creo que ha sido el mercado que más me ha gustado de todos, un sitio al que cuando vuelva a Londres tengo que repetir fijísimo: Covent Garden Piazza, que aparte de bonito, tiene un montón de tiendas monísimas. Aproveché para visitar también el Jubilee Market que está justo en frente, y ya me fui a casa a hacer las maletas. 

Big Ben

London Eye

Big Ben

Knightsbridge
Knightsbridge

Hyde Park
Hyde Park

Harrods
Harrods


Covent Garden Piazza
Covent Garden Piazza

Covent Garden Piazza

Covent Garden Piazza

Covent Garden Piazza

Covent Garden Piazza


Volví a recoger a Leti del trabajo, nos tomamos el último café juntas y esperamos a mi autobús. Fue un hasta pronto muy bonito, y el cntar en mi vida con una persona como ella es increíble. Por fin acabo de contaros toda mi experiencia de Londres, y lo mejor de todo ha sido compartirla con una enamorada de la ciudad. Estoy segura de que nos volveremos a ver muy, muy pronto!