domingo, 21 de febrero de 2016
Cómo sobreviví al erasmus de mi hija (por Ana Rodríguez)
Por motivos que no vienen al caso, no pude disfrutar de los preparativos del comienzo del Erasmus, ni la preparación de la maleta, ni los nervios, ni de la despedida. Lo viví desde la lejanía, y lo hice como el fin de un ciclo: mi pequeña traviesa, mi compañera, mi pepita grilla, se había hecho mayor. Así que me dispuse a vivir con ella esta nueva situación en la medida que pudiera, sin contar con skype pero manteniéndome al día gracias a las redes sociales. Debo decir que ha sido y es toda una experiencia, me encanta aprender de mi niña, me encanta que sea feliz y me encanta que sea una mujer tan fuerte y resuelta. Me ha enseñado a cerrar puertas y ciclos, a emprender caminos y hacer vida, por eso gracias Cris.
He vivido la creación de mi primera caja de comida. Parece mentira el bienestar y el cariño que se puede sentir envolviendo un chorizo y unas lentejas con el único afán de hacer llegar a tu hijo un trocito de casa.
He vivido la soledad de no tenerla cuando la necesitaba, dándome ese puntito arisco de realidad.
He vivido el orgullo de verla defenderse en un medio desconocido y salir airosa.
He vivido la alegría inmensa de ir a buscarla al aeropuerto, en una espera interminable. De vuelta por navidad, tan guapa, tan alta y tan resuelta, y no puedo menos que sentir orgullo. Que al fin y al cabo no lo he hecho tan mal, que su Erasmus la ha hecho mucho bien, y a mí me ha reconciliado con el mundo.
No he sobrevivido al Erasmus de mi hija, lo he vivido con toda la intensidad que he podido. No podía ser en ningún otro país ni en ningún otro sitio, tenía que ser donde ha sido, por que es Cristina. Sólo deseo que vuelvas pronto y estar contigo,
Te quiero.
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Me encantaaaaaaaa 😃😃
ResponderEliminarMe encantaaaaaaaa 😃😃
ResponderEliminarJoder, qué bonito!
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