Una vez conseguido un mapa del centro y sabiendo donde ir, empezamos a explorar la ciudad. Nada más salir de la estación, nos pareció un poco fea. Lo primero que visitamos fue el Greggs, ya que nos pusimos el despertador veinte minutos antes de salir y no nos dio tiempo a desayunar. Fuimos a un centro comercial enorme que está al lado de una iglesia, una disposición un poco rara. De ahí pasamos a unos mercadillos y a Chinatown, que parece imprescindible en cualquier ciudad inglesa.
Desde ahí fuimos a Victoria Square, donde están el Town Hall (que parece un templo griego), el City Council, un mini-jardín y un par de esfinges. Es muy curioso cómo mezclan estilos las ciudades inglesas: hay partes neoclásicas, industriales, muy modernas... De camino rodeamos otro centro comercial, que son muy curiosos aquí. Este era todo de espejo, el primero era de cristal y bolas de metal. Tanto cambio de estilo sin orden ni concierto a mí me pone un poco nerviosa, la verdad. Ya os contaré más cuando os hable de Liverpool. La verdad es que la plaza era muy bonita, y el centro de Birmingham es muy agradable, a pesar de estar lleno de gente y del maravilloso día que nos hizo.
Y entonces, mientras buscamos un sitio para comer, Adri y yo descubrimos el verdadero motivo para volver a Birmingham: un centro comercial con todas nuestras tiendas favoritas y más en tamaño XXL. Después de ver eso empezamos a planear cuando volveríamos, y esta vez con Elizabeth también, sólo para ir de compras. Y yo para ver la mezquita y los canales, que no me dio tiempo a ver porque me tuve que ir antes porque... ¡empezaba a trabajar! Ya os contaré dentro de poco!
No hay comentarios:
Publicar un comentario